miércoles, 6 de mayo de 2015

¿PERSISTES O DESISTES?


Hace un tiempo me apunté a unos talleres de creatividad.

Hicimos varios ejercicios con dinámicas de grupo en los cuales cada persona aportaba sus ideas respecto de un tema sin censuras ni juicios por parte de los demás integrantes. 
El llamado "brainstorming" o lluvia de ideas famoso.

Para que estuviéramos a gusto, las responsables del taller nos repartieron gominolas en cada mesa de cada equipo y nos dijeron que cada uno de nosotros era capaz de generar ideas, no existía nadie que fuese inútil en aportar al grupo y que estaba prohibido sabotear al otro y a nosotros mismos. Todo lo que dijéramos era válido. 
El ambiente era cada vez más distendido, habían cada vez más risas, todos estábamos relajados y nos sentíamos amistosos unos con otros.

Yo pensé,... igualito que en la carrera de arquitectura ja ja ja... donde la capacidad de reflexión y de crítica siempre era lo más importante.

Seguidamente, nos presentaron el ejercicio final. 
Me sentí muy a gusto y estaba deseando que empezara el ejercicio en cuestión.

Consistía en dibujar de forma rápida (sin pensar demasiado) lo que la persona que dirigía el taller nos dijese con un tiempo mínimo y además cronometrado.

Yo me sentía tranquila a la par que intrigada; me encanta sentirme así, curiosa, a la expectativa de que me sorprendan y me hagan abrir los ojos a nuevas experiencias,... ese estado me da mucha energía.

La mujer empezó a hablarnos, nos dijo:

- Dibujad una flor.
- Esto va a ser pan comido -pensé-
Dibujé la típica margarita.

A continuación dijo:
- Dibujad una casa.
Me negué a dibujar la típica casita de "Hansel y Grettel" con tejado a dos aguas. 
¡No, no y no!
Tenía que ser más original y dibujé la casa Dominó de "Le Corbu". Ahí estaba yo ¡toma! Estaba ya pletórica y deseando MÁS.

El tercer dibujo era nuevamente una casa.
- Vamos allá, si es por casas, tengo toda una biblioteca de ellas en mi mente. 
Dibujé una casa deconstructivista.

Oh, oh, de nuevo nos piden otra casa.
- De acuerdo, dibujemos un rascacielos típico de Nueva York. Se piensa esta mujer que me voy a quedar sin imaginación.

¡Será pesada la tia! ¡¿Otra casa?!
- Muy bien, vamos con las casas de la pradera de Frank Lloyd Wright del siglo XX.

- Dibujen por favor otra casa.
- Vale no te preocupes (ni nombre), tienes recursos suficientes para abordar este maldito taller.

- Y ahora,... dibújenme otra casa.

A todo esto, he de decir que apenas nos dejaban tiempo para pensar, aproximadamente un minuto y tenías que responder a tu impulsividad lo más velozmente posible. 

La jugada consistía en: 0 pensar -  1 hacer.
Nos apretó bien las tuercas y repitió la palabra "CASA" exactamente 30 veces. 

Yo en ningún momento me rendí (buena soy yo para tirar la toalla), sin embargo, muchos compañeros ya habían abandonado el lápiz, resoplaban y se cruzaban de brazos esperando el final de semejante chorrada. 
Otros, gracias a mi ojo avizor, dibujaban la misma casa desde diferentes puntos de vista, no querían abandonar el barco y dibujaban lo que mejor podían. ¡Algo es algo ¿no?!

Cada vez éramos menos los supervivientes. Hasta que terminó el ejercicio. Ahora nos iban a explicar qué significado podía tenía todo aquello.

Me sorprendí a mí misma cuando miré mi hoja y descubrí casas que ni siquiera había visto ni en revistas, quizá en el futuro existieran o quizá no, pero lo que estaba claro es que con presión el cerebro racional se desconecta un poco y surge la creatividad en estado puro. ¡Buenísima idea!

Os puedo decir que hubieron muchas ideas asombrosas, entre ellas, casas de animales (caparazones de tortugas, conchas de caracol, madrigueras), el océano, una lápida, casas-barco, iglús, casas-caravana, casas hechas de contenedores marítimos, tipis, torres de control, faros, jaulas, árboles, aviones, casas a lo "Zaha Hadid",...

Un sinfín de ideas que era lo que se pretendía, sin juzgar cuáles eran mejores y cuáles no.

Lo más interesante fue notar como la incertidumbre y el nerviosismo se apoderaban de ti, incluso la mala leche en algunos casos y cómo podías medir tu capacidad de frustración cuando llegaba tu límite de no saber que mas dibujar. 

La otra conclusión fue que la mayoría de nosotros somos cómodos, no nos esforzamos, queremos la solución fácil y cuando nos obligan a perseverar, es cuando aparecen cosas realmente asombrosas y nos sorprendemos del talento que pensábamos que no teníamos.
¡AJÁ! Resulta pues, que nosotros somos nuestros peores enemigos, porque preferimos el conformismo al esfuerzo y en este ejercicio cada uno se posicionó donde realmente está.

Los que no tiraron la toalla, fenomenal, son los que no se relajan y siempre están superándose. Los que se rindieron casi inmediatamente, fenomenal también, saben que su vagueza les ha ganado la batalla y tienen que trabajar más su disciplina.

Gran enseñanza con un sencillísimo ejercicio. Os recomiendo que lo hagáis en casa.

Con la acción se aprende mucho más que con frases sobre creatividad compartidas en redes sociales, os lo digo yo.

Esfuerzo, perseverancia, paciencia y muchas muuuuchas ideas: las claves para ser creativos. 

Si tengo que envejecer, no me importa, pero me comprometo a que mi creatividad no lo haga. Las personas con espíritu joven siempre son creativas, por eso he elegido esta imagen, porque con alguien así, seguro que la vida es mucho más interesante.

¡Y a mí me gusta rodearme de gente interesante!