miércoles, 9 de septiembre de 2015

SILENCIO, LENTITUD, COMPROMISO


                                                                                                                                                                Foto: Giusi Pardo


Hoy escribo para contaros una experiencia que viví hace unos días en Francia. 
Me fui con los ojos cerrados, sin saber muy bien qué me esperaba; solo sabía qué tipo de experiencia iba a vivir: un voluntariado en bioconstrucción, en plena naturaleza y con un paisaje cercado por 4 castillos cátaros.

Todo sonaba muy inspirador.

Me alojé en una cabaña diminuta con la gran suerte de encontrarme con una cama gigante en mi habitación con vistas a una vegetación abundante. ¡Felicidad! 
No todo el mundo tuvo esa suerte. Al entrar, me recibió una araña, también gigante, que me guiñó el ojo. Ça va?

Primer día, contrastes y emociones encontradas. Y yo, deseosa de saber cuál sería la próxima sorpresa.

En unos días, comenzamos con la construcción de la vivienda ecosostenible, donde con otros voluntarios empezamos a construir las paredes de dicha vivienda teniendo en cuenta ciertos aspectos técnicos para su correcta ejecución.

Todo el día con las manos en la masa como se suele decir y cambiando el trabajo intelectual que tenía hasta ahora por un trabajo más físico, rápidamente me percaté de que me iba a venir muy bien. Se me despejó la mente. 

Estaba en plena naturaleza, con el sol brillando por las mañanas, el viento en la cara por las tardes y las estrellas y la luna por la noche, y con la sorpresa de que a finales de Agosto tuvimos una luna llena que contemplé tumbada en una estupendísima hamaca de tela, (un deseo cumplido), camuflada entre varios árboles con 2 amigos más y una pequeña guía para, al menos, hacer el intento de ubicar en el cielo alguna constelación, con lo que me gustan a mí estas cosas.

Tengo que decir, que es más complicado de lo que yo creía, y nada, no vimos ninguna, todo fueron especulaciones a la luz de la luna ja ja ja.

Los días transcurrían más o menos repetitivos; por la mañana temprano a trabajar, break a media mañana al solecito, comida con grandes dosis de hidratos de carbono para recuperar fuerzas, más trabajo por la tarde, sobre las 19:00 parón hasta el día siguiente y finalmente momento ducha (el más delicioso de toda la jornada) y cena sobre las 21:00.

Las anécdotas, las risas, y las bromas, eran lo que hacía diferentes los días, en los que todos los participantes construíamos un espacio en común con el objetivo de aportar cada uno un poquito de su ilusión y esfuerzo.

Hubieron momentos incómodos por supuesto, me hice varias quemaduras ácidas por culpa del cemento, algunos cortes y heridas y mis queridos compañeros de rutina, los tábanos (a los que adoro), me cogieron mucho cariño durante mi estancia en Lastours, regalándome sus mordeduras al menor descuido. Tan hospitalarios ellos.

Pequeños accidentes que se compensaron por muchos momentos buenos. En un entorno donde lo único que tienes es naturaleza y siendo como soy, chica de ciudad, apreciar todo lo que estaba a mi alcance me generó al principio algo de molestia, ¡allí no había nada! 

¿Qué iba a hacer en mis días libres? ¿Y si el trabajo no me estimulaba? ¿Y si me aburría? ¿Disfrutaría la experiencia?

Aquí, nadie ni nada reclamaba atención, aquí la atención tenías que ofrecerla tú. Y eso te hacía sentir dueña de tu tiempo. Regalabas el tiempo que querías y los demás te lo regalaban a ti. Verdadera generosidad esa.
No había obligación ni competencia, pero sí compromiso y esa era la mejor forma de trabajar y de que las cosas funcionasen bien.

No necesitabas usar la tecnología, tenías abrazos, sonrisas y conversación siempre que quisieras y lo precisases porque la gente estaba dispuesta a ello. No había fotos que ver en ningún lado, las fotografías que apreciarías en una pantalla las tenías delante de ti, increíbles castillos medievales a tu alcance que podías en cualquier momento visitar (y una ciudad preciosa a la vuelta de la esquina: Carcassone), no necesitabas meterte en la cabeza técnicas de construcción ni estudiar el proceso a seguir porque lo estabas aplicando momento a momento mientras veías los resultados in situ. No pasaba nada si tu música en tu MP3 te aburría porque por las noches, tenías música en directo; siempre había alguien que sabía tocar la guitarra o el acordeón (a lo Yann Tiersen) y alegraba a todo el grupo que improvisaba un baile en el que te daban ganas de participar y las cenas eran a la luz de las velas.

Una traba importante para mí fue el idioma. No fui lo preparada que me hubiera gustado, pero de eso se trataba, de defenderme con lo que hasta ese momento tenía aprendido y lo cierto fue que, me di cuenta de que cuando en el ambiente hay empatía, solidaridad y ganas de comprender al otro, no son tan necesarias las palabras.

El lenguaje no verbal, ese que es tan infravalorado por algunos, en estos casos es de gran utilidad, así que me vino muy bien hacer un poco de ayuno de palabras y de esta forma, apreciar mucho más a quien era capaz de comunicarse conmigo sin utilizar el lenguaje, simplemente con gestos, sonriéndome, con abrazos, con guiños, con miradas cómplices o con estar ahí a mi lado, de mil maneras. 
Algunos no supieron, otros muchos sí. Y a mí eso me conmovía y me conmueve. 

Como observaba más, también sabía más acerca de la sensibilidad de cada persona, que sin estos detalles, a veces es difícil de percibir. 
Se crea una conexión más verdadera porque las palabras a menudo mienten.
Incluso alguien me dijo que estaría escuchando mi voz por horas, ¡a pesar de no entender nada de lo que le decía! Para mí, esto fue muy tierno.

En la incomodidad uno se da cuenta de lo cómodo que le hacen sentir, detecta las sutilezas y las valora aun más. 

Lenguaje no verbal ¡qué bonito eres!.

La realidad cotidiana a veces puede llegar a ser agotadora, sin querer te ves envuelto en un ritmo acelerado, no hay mucho tiempo para relacionarse porque la gente está centrada en ser competente, en producir y no te puedes relajar de verdad con tanta facilidad, a no ser que lo busques con ahínco. Un cambio de entorno para mí fue la clave.

Aquí, los días transcurrían despacio.
Los aprendizajes más importantes son los de vida, no tan sólo los concernientes al trabajo. Un voluntariado en un campo de trabajo no es solo para trabajar. Y eso, lo aprendes cuando vas a uno, tu objetivo además de aprender, es relacionarte con otros como tú para colaborar en un objetivo común por decisión propia y libre. 

En este caso, la construcción de una vivienda ecológica.

En el mundo de la construcción, existen 2 maneras de edificar; utilizando materiales prefabricados o industrializados que después se colocan en obra o construyendo con materiales autóctonos in situ. Se pueden combinar ambas. Nosotros elegimos la segunda opción.
Este tipo de construcción trata de crear un hábitat que respete siempre el medio donde se implante, siendo cuidadoso con todos y cada uno de los elementos de la naturaleza.

Utilizamos madera, cáñamo, arcilla y arena entre otros materiales. Y durante 2 semanas todo el trabajo lo realizamos con nuestras propias manos, sin apenas medios mecánicos. 

Disfrutando cada paso del trabajo, avanzando lento, sin prisa y riéndonos mucho en el proceso.

La principal característica de este sistema de edificación es minimizar el impacto lo máximo posible para el medio ambiente utilizando técnicas tradicionales y materiales saludables, reciclados y sencillos de obtener que sean compatibles con el entorno. 
En la construcción, cualquier cosa que realicemos va a influir y repercutir en todo lo demás, de hecho, se considera a la casa como una 3ª piel, después del cuerpo y la ropa. 
Tiene sentido. Estamos interrelacionados con el entorno donde vivimos. 

Cuando estás en un lugar así, tomas conciencia de todo ésto de forma muy clara.
Ha sido una experiencia muy enriquecedora en todos los aspectos, tanto personalmente como profesionalmente.

En realidad, no tuve tiempo de aburrirme. O dicho de otra forma, me encantó aburrirme allí.

Estuve en un lugar que antiguamente fue una mina de oro según me comentaron algunos habitantes del pueblo más cercano y que incluso hoy en día, todavía puedes encontrar por allí algunas piedras con oro en bruto, si tienes suerte. No todo lo que brilla es oro, a veces, lo que no brilla también.

"El silencio es oro" dicen. No iba tan desencaminada.

Tres palabras me llevo para mi vida y que me recordaran otra manera de vivir: 
silencio, lentitud y compromiso.

Tres palabras que para mí tienen ahora más sentido.

¡MUCHAS GRACIAS LASTOURS!

p.d: La B.S.O de mi preciosa aventura.
www.youtube.com/watch?v=MqoANESQ4cQ&list=RDMqoANESQ4cQ#t=45

sábado, 13 de junio de 2015

¿SÍ O NO?

                                                                                                        Lámpara Peel, estudio YOY.


Decimos que un espacio es interesante cuando al recorrerlo o estudiarlo siempre hay algo que te sorprende, que te encandila,...

Para cada uno, esta definición de interesante será una cosa: para unos será que esté bien ejecutado, bien resuelto; para otros que no sea previsible ni aburrido; que técnicamente sea vanguardista; que incorpore la luz de manera sutil y que genere diferentes puntos por donde ésta se cuele y defina el espacio; otros se fijarán en la paleta cromática del edificio, en la parte sensorial, en el concepto o en el discurso que hay detrás de la obra y en el significado que el autor quiso darle,...


Cuando se proyecta o se diseña algo, se crea algo nuevo y la reacción que las personas tienen hacia ello pueden ser muy diversas, es la llamada reacción hacia la novedad, mejor dicho, "su" reacción a la novedad.

Suponiendo un grado de conocimiento y una sensibilidad desarrollada respecto de lo que se mira para poder valorarlo mejor, cada uno de nosotros podemos tener sensaciones muy distintas.


El edificio o la obra en sí te va a hablar una vez esté ejecutada o puesta en valor públicamente, y cada persona captará algo de esa obra,... lo fascinante del arte es que mientras lo estás haciendo eres dueño de lo que creas, pero no después,... lo que sienta el público no es problema tuyo, escapa a tu control,...


Cada quien percibirá algo diferente cuando se enfrente a una "novedad", (unos pensarán, otros sentirán) y ésto irá en función de la visión principalmente que cada uno tenga del mundo, entre otras cosas,...

Será innovador si te sorprende, emocional si te emociona, majestuoso si te maravilla, profundo si te obliga a ver, intenso si te conmueve, útil si te ayuda,...

Al ver objetos pequeños también tenemos reacciones. Y con las personas pasa exactamente lo mismo.


Cuando alguien te parece interesante es porque hay algo en él/ella que te hace querer saber más, conocer más, experimentas curiosidad y necesitas interactuar con esa persona, conversar y compartir,...

Hace poco descubrí un diseñador japonés que me deslumbró (nunca mejor dicho) con algunos de sus diseños; en este caso me llamó la atención una pequeña luminaria situada en un rincón que por su diseño depurado y sin pretensiones consiguió emocionarme.

Es una pequeña mota de luz que consigue dar al espacio su energía, da lo que tiene tomando la forma de rasgadura, se abre a éste para iluminarlo,... ¡pero qué preciosidad!

Este diseño sencillo pero a la vez complejo por su pureza, es una excelente metáfora de que a veces lo más interesante es lo más sencillo y cotidiano.
Un objeto que ilumina y simplemente por eso, crea un espacio seguro y sereno.

Hay personas que también son así,... las ves y te transmiten paz,... cuando las conoces y en su presencia te sientes tranquilo y entonces sucede algo, eres tú mismo sin máscaras, irradiando luz, siendo veraz, mostrándote, desprendiendo energía,... porque también te la han transmitido,... y se produce un intercambio,... y la otra persona te parece encantadora y tú se lo pareces a ella,...

¿Por qué pasa esto? pues no lo sé pero pasa, es lo único que sé.

Con algunas te gusta estar y con otras no tanto.
No es ningún misterio, es una cuestión de sentirte o no satisfecho, cómodo, contento en su presencia.

Con el diseño es igual. Es crear algo que produzca armonía. Lo que tiene un buen diseño o un buen espacio es que crea bienestar, un entorno en el que te gusta permanecer. Y me gusta esa sensación de confort cuando veo cosas delicadas y cuando estoy con gente con la que me siento conectada, en modo "on" como digo yo,... Y haciendo gala al nombre de este blog, podríamos pensar que es el hilo rojo, que nos conecta con lo que es afín a nosotros,...

A veces nos cuesta percibir cuando nos sentimos bien y cuando no,... sobre todo si no nos escuchamos demasiado; cuando, algo que hemos proyectado está bien, y cuando, aun tenemos que darle más vueltas para poder llegar a ese estado de: ¡ahooora sí! y entonces te sientes maravillosamente.

Personalmente, me ha pasado que pasado un tiempo, miro lo que he creado y pienso que lo haría de otra manera. Para mí, sigue inacabado. Supongo que nos pasa a muchos. 

Día a día vamos aprendiendo a hacer las cosas mejor y sobre todo, a darnos cuenta lo que es para nosotros y lo que no porque ambos, aunque el "no" tenga mala reputación son igualmente importantes.

Lo que te gusta y lo que no, lo que prefieres y lo que no, lo que eliges y lo que no, lo que necesitas y lo que no, lo que te motiva y lo que no,... hay una larga lista de síes y de noes,...

A mí me gusta el buen diseño, y la gente limpia, que se abre a los demás, que son generosos,... como este diseño, que desde hoy es uno de mis favoritos. 

A esta pequeña luminaria de pared digo SÍ.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¿PERSISTES O DESISTES?


Hace un tiempo me apunté a unos talleres de creatividad.

Hicimos varios ejercicios con dinámicas de grupo en los cuales cada persona aportaba sus ideas respecto de un tema sin censuras ni juicios por parte de los demás integrantes. 
El llamado "brainstorming" o lluvia de ideas famoso.

Para que estuviéramos a gusto, las responsables del taller nos repartieron gominolas en cada mesa de cada equipo y nos dijeron que cada uno de nosotros era capaz de generar ideas, no existía nadie que fuese inútil en aportar al grupo y que estaba prohibido sabotear al otro y a nosotros mismos. Todo lo que dijéramos era válido. 
El ambiente era cada vez más distendido, habían cada vez más risas, todos estábamos relajados y nos sentíamos amistosos unos con otros.

Yo pensé,... igualito que en la carrera de arquitectura ja ja ja... donde la capacidad de reflexión y de crítica siempre era lo más importante.

Seguidamente, nos presentaron el ejercicio final. 
Me sentí muy a gusto y estaba deseando que empezara el ejercicio en cuestión.

Consistía en dibujar de forma rápida (sin pensar demasiado) lo que la persona que dirigía el taller nos dijese con un tiempo mínimo y además cronometrado.

Yo me sentía tranquila a la par que intrigada; me encanta sentirme así, curiosa, a la expectativa de que me sorprendan y me hagan abrir los ojos a nuevas experiencias,... ese estado me da mucha energía.

La mujer empezó a hablarnos, nos dijo:

- Dibujad una flor.
- Esto va a ser pan comido -pensé-
Dibujé la típica margarita.

A continuación dijo:
- Dibujad una casa.
Me negué a dibujar la típica casita de "Hansel y Grettel" con tejado a dos aguas. 
¡No, no y no!
Tenía que ser más original y dibujé la casa Dominó de "Le Corbu". Ahí estaba yo ¡toma! Estaba ya pletórica y deseando MÁS.

El tercer dibujo era nuevamente una casa.
- Vamos allá, si es por casas, tengo toda una biblioteca de ellas en mi mente. 
Dibujé una casa deconstructivista.

Oh, oh, de nuevo nos piden otra casa.
- De acuerdo, dibujemos un rascacielos típico de Nueva York. Se piensa esta mujer que me voy a quedar sin imaginación.

¡Será pesada la tia! ¡¿Otra casa?!
- Muy bien, vamos con las casas de la pradera de Frank Lloyd Wright del siglo XX.

- Dibujen por favor otra casa.
- Vale no te preocupes (ni nombre), tienes recursos suficientes para abordar este maldito taller.

- Y ahora,... dibújenme otra casa.

A todo esto, he de decir que apenas nos dejaban tiempo para pensar, aproximadamente un minuto y tenías que responder a tu impulsividad lo más velozmente posible. 

La jugada consistía en: 0 pensar -  1 hacer.
Nos apretó bien las tuercas y repitió la palabra "CASA" exactamente 30 veces. 

Yo en ningún momento me rendí (buena soy yo para tirar la toalla), sin embargo, muchos compañeros ya habían abandonado el lápiz, resoplaban y se cruzaban de brazos esperando el final de semejante chorrada. 
Otros, gracias a mi ojo avizor, dibujaban la misma casa desde diferentes puntos de vista, no querían abandonar el barco y dibujaban lo que mejor podían. ¡Algo es algo ¿no?!

Cada vez éramos menos los supervivientes. Hasta que terminó el ejercicio. Ahora nos iban a explicar qué significado podía tenía todo aquello.

Me sorprendí a mí misma cuando miré mi hoja y descubrí casas que ni siquiera había visto ni en revistas, quizá en el futuro existieran o quizá no, pero lo que estaba claro es que con presión el cerebro racional se desconecta un poco y surge la creatividad en estado puro. ¡Buenísima idea!

Os puedo decir que hubieron muchas ideas asombrosas, entre ellas, casas de animales (caparazones de tortugas, conchas de caracol, madrigueras), el océano, una lápida, casas-barco, iglús, casas-caravana, casas hechas de contenedores marítimos, tipis, torres de control, faros, jaulas, árboles, aviones, casas a lo "Zaha Hadid",...

Un sinfín de ideas que era lo que se pretendía, sin juzgar cuáles eran mejores y cuáles no.

Lo más interesante fue notar como la incertidumbre y el nerviosismo se apoderaban de ti, incluso la mala leche en algunos casos y cómo podías medir tu capacidad de frustración cuando llegaba tu límite de no saber que mas dibujar. 

La otra conclusión fue que la mayoría de nosotros somos cómodos, no nos esforzamos, queremos la solución fácil y cuando nos obligan a perseverar, es cuando aparecen cosas realmente asombrosas y nos sorprendemos del talento que pensábamos que no teníamos.
¡AJÁ! Resulta pues, que nosotros somos nuestros peores enemigos, porque preferimos el conformismo al esfuerzo y en este ejercicio cada uno se posicionó donde realmente está.

Los que no tiraron la toalla, fenomenal, son los que no se relajan y siempre están superándose. Los que se rindieron casi inmediatamente, fenomenal también, saben que su vagueza les ha ganado la batalla y tienen que trabajar más su disciplina.

Gran enseñanza con un sencillísimo ejercicio. Os recomiendo que lo hagáis en casa.

Con la acción se aprende mucho más que con frases sobre creatividad compartidas en redes sociales, os lo digo yo.

Esfuerzo, perseverancia, paciencia y muchas muuuuchas ideas: las claves para ser creativos. 

Si tengo que envejecer, no me importa, pero me comprometo a que mi creatividad no lo haga. Las personas con espíritu joven siempre son creativas, por eso he elegido esta imagen, porque con alguien así, seguro que la vida es mucho más interesante.

¡Y a mí me gusta rodearme de gente interesante!

martes, 7 de abril de 2015

¿LUZ O SOMBRA?


                                                                 Foto de Mehdi Ghadyanloo.


Hoy me gustaría hablaros de la sombra en arquitectura. Y su opuesto, la luz.

Tadao Ando, Le Corbusier y Alberto Campo Baeza son algunos de los arquitectos que la utilizan con gran maestría.

La luz puede ser utilizada como un elemento más e incorporarlo al proyecto, aunque sea intangible, no sólo como cualidad decorativa.

En el Panteón de Agripa en Roma tenemos uno de los ejemplos en el que se crea un juego interesantísimo de luz y sombra.
Es considerado por algunos como el edificio más bello del mundo; por algo es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La luz, tanto natural como artificial, se puede manipular mediante el diseño.
Podemos crear tantos espacios como personas; con luces dramáticas, luces sutiles, con sombras marcadas, proyectar lugares oscuros, lugares semi-oscuros, espacios con luces de colores, luces tamizadas, a contraluz, con fuertes contrastes, con luz moteada, difusa, matizada, indirecta,...

El tipo de iluminación es lo que hará que el espacio nos haga sentir unas emociones u otras, que pueda ser estimulante, lleno de vida, triste, asombroso, deslumbrante, dramático... que nos sintamos estupefactos, cansados, alegres, productivos... sin duda alguna la luz mejora o empeora la calidad de vida de las personas y nuestros estados de ánimo. Nadie es ajeno a ella.

La luz contribuye al ambiente de un lugar sin duda.
No es lo mismo iluminar un aeropuerto que iluminar una iglesia obviamente.

Hay infinitos recursos para conseguirlo, mediante ventanas, rasgaduras, perforaciones, patios, filtros, vitrales, lucernarios, dientes de sierra...

El interior del Panteón es un espacio imponente gracias a su enorme cúpula de 44 metros de diámetro. Para lograr sostenerla, los romanos utilizaron distintas técnicas. 
La proyectaron bastante gruesa, colocaron contrafuertes para reducir su peso, utilizaron diferentes tipos de cemento y también perforaciones en forma de casetones trapezoidales.
La cúpula semiesférica está perforada por un agujero circular de casi unos 9 metros de ancho. 
El óculo central proporciona al interior su única fuente de luz natural y enfatiza la curva del techo a través de un juego de luces y sombras.
Quienes lo hayáis visitado sabéis de lo que hablo.

Tanto las sombras como las luces y la combinación de ambas nos permiten descubrir cualidades diferentes en los espacios, resaltándolos, reforzando volúmenes, dando fuerza a las texturas, a los colores y dotándolos de carácter, serenidad...

No podemos prescindir de la luz ni tampoco de la sombra en la arquitectura puesto que ambas son necesarias para dar riqueza e intencionalidad a los espacios.

Las personas también tenemos luces y sombras.

Nuestras luces son visibles para todos, son nuestras fortalezas, virtudes, habilidades,... en definitiva nuestra mejor cara. Las sombras son invisibles y no todos conocemos cuáles son.

La sombra según Carl Gustav Jung, un psiquiatra suizo muy importante es todo lo que está oculto o inconsciente en nuestro interior y que reprimimos o no reconocemos como nuestro.
Todo lo que negamos o de lo que no nos sentimos orgullosos y que no queremos ser, eso es la sombra. Y si no la aceptamos, seguirá estando, no la veremos pero no desaparecerá.

Cuando trabajé  mi sombra con un profesional, curiosamente por aquella época, proyectaba edificios oscuros, yo no me daba cuenta, pero tenía predilección por los sótanos, por los espacios convergentes, lugares tipo cueva y soñaba con túneles. De alguna forma, estaba reconociendo mediante el dibujo mi parte oculta.

He aprendido que tal y como estás percibes. Si estás en un estado de miedo, tu foco se fijará en todo lo negativo, te enfocarás en todo lo detestable, en las malas noticias, en lo indignante de la sociedad,... y al contrario, verás todo lo maravilloso que te rodea y buscarás lo mejor en todos cuando te sientas en paz contigo mismo y con todo lo que eres.

Así que, aceptemos todas nuestras partes, no sólo las que relucen de nuestra persona, los huecos también, nuestro lado oscuro también, las partes feas también, nuestro Mr. Hyde en particular, álter-ego o como queráis llamarlo ya que, como la arquitectura, la sombra será nuestro distintivo para hacer del espacio, de nosotros, algo potente y sorprendente. 

Ella siempre nos enriquece y nos da poder.

Fijaros en la foto. En la luz es una escalera, en la oscuridad una catedral. No hay sombra sin luz.

¡Amo a mi sombra. Amo a la arquitectura!

sábado, 28 de marzo de 2015

CASA VIVA Nº103


Esto no es una entrada tal cúal; simplemente es una trascripción de un artículo publicado en la revista CASA VIVA Nº103, la cuál me regaló un jarrón de firma precioso hace ya algunos años.

Adjunto el texto y a continuación unas imágenes para que entendáis mi reflexión.


NOTA: En ningún momento quiero menospreciar otros trabajos de calidad aparte de una buena pintura, cómo pueden ser grabados, ilustraciones, collage y otras técnicas... sino que estoy a favor del esfuerzo, de la técnica y de la formación que te permita decorar un espacio y que le dote de valor, en contraposición con reproducciones digitales en serie.






viernes, 30 de enero de 2015

¿AUTORIDAD O PODER?

     

                                                                                                                            Ilustración de Yetta.

          La autoridad y el poder ¿son lo mismo?
          Yo claramente veo diferencias y grandes además.

          Lo que pasa que para eso tienes que observar continuamente el comportamiento de los demás
          y yo tengo alma de psicoanalista.

          Alguien que está en una escala social, profesional o económica por encima de la tuya no
          siempre tiene más autoridad que tú, a lo sumo tiene poder pero no necesariamente influencia
          sobre ti.

          Quien se gana tu respeto sí que tiene autoridad, tenga algún tipo de cargo o no, sea tu jefe, 
          tu profesor o tan sólo un amigo.
          De alguna manera te inspira, influye en ti como persona y siempre para mejor. Y nunca
          utilizando el miedo.

          Hace unos años creía que respetaba las jerarquías, a todo aquel que estaba por encima de 
          mí en conocimientos, cargo, edad, experiencia, prestigio o reputación, y le daba
          inmediatamente la licencia para enseñarme o cuestionarme.
          Me dijeran lo que me dijeran, yo normalmente obedecía sin apenas oponerme. Y cuando eso
          sucedía, notaba que a veces, me invadía una sensación de cabreo interno que intentaba evadir
          y hasta muy poco después no supe realmente cómo interpretarla.

          Esa voz me decía: "quien se cree que es éste para decirte qué hacer y cómo actuar",
          "demasiada confianza se toma para darme consejos no solicitados", "no estoy para nada de
          acuerdo con semejante idea que generaliza y se olvida de los matices", "es muy popular en su
          ámbito pero la gente de la que se rodea no se da cuenta de que habla desde el prejuicio", "por 
          qué no deja de presumir?", "será muy erudito pero le falta inteligencia emocional", "ser el 
          mejor no viene de la mano de la soberbia y para nada justifica subestimar a los demás por sus                              errores",... y así podría seguir hasta el infinito.

          Y es que tengo una juez interna a la que le fastidia mucho la falta de humanidad. Y reclama
          justicia. Vamos, que llevo una espada de serie ja ja ja.
          Y ya la conozco muy bien, ella es muy severa. Tanto, que a veces se olvida de que cada 
          persona habla desde su propia evolución y desde sus propios valores.

          Por lo visto entonces, relacionaba el poder con la autoridad.

          Era pues normal que en esas circunstancias me sintiera fatal, mi propia actitud chupaba 
          toda mi energía y me saboteaba. A pesar de ello yo seguía sin hacer caso a mi voz interior, 
          sin escucharla, hasta que ella tomó la decisión de someterme a una depresión.
          No quieres liberar la rabia ni aceptar tu naturaleza iracunda, pues vas a ver,...

          No os voy a dar detalles de lo que significó esa etapa para mí, pues no fue tan sólo un 
          estado de ánimo prolongado, sino que fue un regalo para darme cuenta de quién era yo 
          verdaderamente.

          Evidentemente, el pasar por esta enfermedad no te inmuniza contra personas que con intención
          o no, pueden fastidiarte el día, sino que ahora, sé cómo ponerles límites, hacer humor de su
          torpeza, pasar página o simplemente aplicar la indiferencia.
          Toda enfermedad o malestar trae siempre una lección. Me ha costado aprenderla pero
          ahora puedo decir que tuvo un propósito. Tomé responsabilidad.

          Ahora sé que no respeto las jerarquías, porque no siempre vienen en el mismo paquete que la
          ética personal o profesional.

          Lo que valoro por encima de todo es el respeto a los demás, no desde el miedo porque sino
          sería sumisión, sino desde la autenticidad.

          Así que, no golpearé como muchas veces me han golpeado a mí, pero desde luego, tampoco
          me tragaré esa impotencia que me produce la injusticia en algunas relaciones humanas.
          La asertividad consiste en eso, en no hacer daño ni a ti ni a los demás, tan sólo defenderte
          y protegerte cuando la situación así lo requiera.

          La agresividad y la sumisión son dos caras de la misma moneda y ni una ni otra son saludables
          y ambas producen efectos colaterales.

          Ahora bien, para llegar al punto de saber qué es lo que le pasa a uno cuando algo le molesta
          mucho, hace falta una profunda reflexión de uno mismo.
          Ahí está el quid de la cuestión.

          Me acuerdo de dos profesores que tuve durante mi época de estudiante de arquitectura.

          Uno, con poderosa presencia, mirada desafiante, sentido del humor caústico y soberbia
          evidente. Con un currículum brillante y exigente hasta decir basta.
          Mucha gente quería ir con este profesor por aquello de "yo me ganaré su respeto y le 
          demostraré que puedo estar a su nivel; si él me valida significará que soy bueno y entonces me
          sentiré mejor conmigo mismo". 
          La gran verdad es que la mayoría le tenía miedo. No miedo al esfuerzo que te exigía, sino a él.

          Tenía el don de sacar de tu trabajo lo mejor, eso sí, a costa de apretarte las tuercas y 
          ridiculizarte en más de una ocasión sin ningún miramiento.

          Había otro profesor cuyo aspecto distaba mucho del primero; presencia discreta, porte tranquilo,
          voz pausada, carácter respetuoso, muy atento a los detalles, y muy comprensivo como
          persona. 

          Yo no conocí ninguna obra suya porque él mismo no se encargó de publicitarlas, a diferencia de
          otros muchos; sin embargo era un hombre con muchísima experiencia.

          ¿A quién elegirías tú como profesor? 
          Son dos ejemplos muy drásticos, lo sé, pero me gusta poneros contra las cuerdas.

          En cuestión de amistades, veo de nuevo clara la diferencia entre estos dos conceptos:
          el que te demuestra que puedes confiar en él y el que simplemente es confiable.
          Uno hace ruido, el otro no.

          Me pregunto de qué manera se puede extrapolar ésto a la arquitectura.

          Quizá tengo algo que ver con lo que un día dijo Federico Fellini:  
          "No voy a demostrar nada, voy a mostrarlo".                         
          
            (Enlazo un escrito interesantísimo al hilo de la temática expuesta: se trata de una revista digital científica
            sobre investigación en arquitectura y humanidades llamada HipoTesis. 
            El artículo se llama "Pedagogía desobediente".)

            http://hipo-tesis.eu/numero_hipo_2.html