sábado, 28 de marzo de 2015

CASA VIVA Nº103


Esto no es una entrada tal cúal; simplemente es una trascripción de un artículo publicado en la revista CASA VIVA Nº103, la cuál me regaló un jarrón de firma precioso hace ya algunos años.

Adjunto el texto y a continuación unas imágenes para que entendáis mi reflexión.


NOTA: En ningún momento quiero menospreciar otros trabajos de calidad aparte de una buena pintura, cómo pueden ser grabados, ilustraciones, collage y otras técnicas... sino que estoy a favor del esfuerzo, de la técnica y de la formación que te permita decorar un espacio y que le dote de valor, en contraposición con reproducciones digitales en serie.






viernes, 30 de enero de 2015

¿AUTORIDAD O PODER?

     

                                                                                                                            Ilustración de Yetta.

          La autoridad y el poder ¿son lo mismo?
          Yo claramente veo diferencias y grandes además.

          Lo que pasa que para eso tienes que observar continuamente el comportamiento de los demás
          y yo tengo alma de psicoanalista.

          Alguien que está en una escala social, profesional o económica por encima de la tuya no
          siempre tiene más autoridad que tú, a lo sumo tiene poder pero no necesariamente influencia
          sobre ti.

          Quien se gana tu respeto sí que tiene autoridad, tenga algún tipo de cargo o no, sea tu jefe, 
          tu profesor o tan sólo un amigo.
          De alguna manera te inspira, influye en ti como persona y siempre para mejor. Y nunca
          utilizando el miedo.

          Hace unos años creía que respetaba las jerarquías, a todo aquel que estaba por encima de 
          mí en conocimientos, cargo, edad, experiencia, prestigio o reputación, y le daba
          inmediatamente la licencia para enseñarme o cuestionarme.
          Me dijeran lo que me dijeran, yo normalmente obedecía sin apenas oponerme. Y cuando eso
          sucedía, notaba que a veces, me invadía una sensación de cabreo interno que intentaba evadir
          y hasta muy poco después no supe realmente cómo interpretarla.

          Esa voz me decía: "quien se cree que es éste para decirte qué hacer y cómo actuar",
          "demasiada confianza se toma para darme consejos no solicitados", "no estoy para nada de
          acuerdo con semejante idea que generaliza y se olvida de los matices", "es muy popular en su
          ámbito pero la gente de la que se rodea no se da cuenta de que habla desde el prejuicio", "por 
          qué no deja de presumir?", "será muy erudito pero le falta inteligencia emocional", "ser el 
          mejor no viene de la mano de la soberbia y para nada justifica subestimar a los demás por sus                              errores",... y así podría seguir hasta el infinito.

          Y es que tengo una juez interna a la que le fastidia mucho la falta de humanidad. Y reclama
          justicia. Vamos, que llevo una espada de serie ja ja ja.
          Y ya la conozco muy bien, ella es muy severa. Tanto, que a veces se olvida de que cada 
          persona habla desde su propia evolución y desde sus propios valores.

          Por lo visto entonces, relacionaba el poder con la autoridad.

          Era pues normal que en esas circunstancias me sintiera fatal, mi propia actitud chupaba 
          toda mi energía y me saboteaba. A pesar de ello yo seguía sin hacer caso a mi voz interior, 
          sin escucharla, hasta que ella tomó la decisión de someterme a una depresión.
          No quieres liberar la rabia ni aceptar tu naturaleza iracunda, pues vas a ver,...

          No os voy a dar detalles de lo que significó esa etapa para mí, pues no fue tan sólo un 
          estado de ánimo prolongado, sino que fue un regalo para darme cuenta de quién era yo 
          verdaderamente.

          Evidentemente, el pasar por esta enfermedad no te inmuniza contra personas que con intención
          o no, pueden fastidiarte el día, sino que ahora, sé cómo ponerles límites, hacer humor de su
          torpeza, pasar página o simplemente aplicar la indiferencia.
          Toda enfermedad o malestar trae siempre una lección. Me ha costado aprenderla pero
          ahora puedo decir que tuvo un propósito. Tomé responsabilidad.

          Ahora sé que no respeto las jerarquías, porque no siempre vienen en el mismo paquete que la
          ética personal o profesional.

          Lo que valoro por encima de todo es el respeto a los demás, no desde el miedo porque sino
          sería sumisión, sino desde la autenticidad.

          Así que, no golpearé como muchas veces me han golpeado a mí, pero desde luego, tampoco
          me tragaré esa impotencia que me produce la injusticia en algunas relaciones humanas.
          La asertividad consiste en eso, en no hacer daño ni a ti ni a los demás, tan sólo defenderte
          y protegerte cuando la situación así lo requiera.

          La agresividad y la sumisión son dos caras de la misma moneda y ni una ni otra son saludables
          y ambas producen efectos colaterales.

          Ahora bien, para llegar al punto de saber qué es lo que le pasa a uno cuando algo le molesta
          mucho, hace falta una profunda reflexión de uno mismo.
          Ahí está el quid de la cuestión.

          Me acuerdo de dos profesores que tuve durante mi época de estudiante de arquitectura.

          Uno, con poderosa presencia, mirada desafiante, sentido del humor caústico y soberbia
          evidente. Con un currículum brillante y exigente hasta decir basta.
          Mucha gente quería ir con este profesor por aquello de "yo me ganaré su respeto y le 
          demostraré que puedo estar a su nivel; si él me valida significará que soy bueno y entonces me
          sentiré mejor conmigo mismo". 
          La gran verdad es que la mayoría le tenía miedo. No miedo al esfuerzo que te exigía, sino a él.

          Tenía el don de sacar de tu trabajo lo mejor, eso sí, a costa de apretarte las tuercas y 
          ridiculizarte en más de una ocasión sin ningún miramiento.

          Había otro profesor cuyo aspecto distaba mucho del primero; presencia discreta, porte tranquilo,
          voz pausada, carácter respetuoso, muy atento a los detalles, y muy comprensivo como
          persona. 

          Yo no conocí ninguna obra suya porque él mismo no se encargó de publicitarlas, a diferencia de
          otros muchos; sin embargo era un hombre con muchísima experiencia.

          ¿A quién elegirías tú como profesor? 
          Son dos ejemplos muy drásticos, lo sé, pero me gusta poneros contra las cuerdas.

          En cuestión de amistades, veo de nuevo clara la diferencia entre estos dos conceptos:
          el que te demuestra que puedes confiar en él y el que simplemente es confiable.
          Uno hace ruido, el otro no.

          Me pregunto de qué manera se puede extrapolar ésto a la arquitectura.

          Quizá tengo algo que ver con lo que un día dijo Federico Fellini:  
          "No voy a demostrar nada, voy a mostrarlo".                         
          
            (Enlazo un escrito interesantísimo al hilo de la temática expuesta: se trata de una revista digital científica
            sobre investigación en arquitectura y humanidades llamada HipoTesis. 
            El artículo se llama "Pedagogía desobediente".)

            http://hipo-tesis.eu/numero_hipo_2.html

            

lunes, 29 de diciembre de 2014

¿RECONOCIMIENTO O CRECIMIENTO?



Quedan unas horas para el año nuevo y empiezo el 2015 con un título el cual me ha dado para muchas reflexiones. Y me apetece compartirlas con vosotros.

En esta sociedad que nos ha tocado vivir, que aparentemente nos da libertad de expresión, opinión y elección, ¿de verdad nuestras decisiones no están condicionadas por nada más que nuestro propio criterio?
Ser fiel a uno mismo no es lo habitual. La publicidad nos condiciona, la comparación, el interés, el miedo, la presión social, lo políticamente correcto, la ignorancia, la inconsciencia,...
En esencia, lo que intento transmitir aquí es que se pueden tomar decisiones en base al exterior o en base al interior, nuestro interior.

Yo este año voy a proponerme escuchar más a mi intuición, ya que cuando la escucho me habla más a menudo, y ¡me encanta!.

Lo que más me interesa es ser capaz de tomar decisiones conscientes sin dejarme llevar por otros motivos ajenos a los que yo de verdad valoro.
Cambio la competitividad por la colaboración, el interés por la generosidad y el ser popular por el éxito silencioso, entendido éste como ser cada día mejor que el anterior, estar orgulloso de la persona en la que te vas convirtiendo; y lo llamo silencioso porque no quiero que dependa del aplauso exterior, de los reconocimientos ni del éxito social.

Me he dado cuenta de que cada vez me importa más la libertad interna, sentirme independiente de todo, no apegarme a ello y no dejar que nada ni nadie determine mi comportamiento, excepto yo misma, mis valores y mis prioridades.

Necesitar el reconocimiento externo y buscar la mirada ajena en mi opinión no proporciona una verdadera libertad, y además desgasta. 

No obstante, el mundo no nos lo pone nada fácil.

Debido a una serie de acontecimientos vividos los últimos meses, he captado la diferencia entre estos dos conceptos.
Buscar reconocimiento es regalar tu poder a las circunstancias externas.
Buscar el crecimiento tiene que ver más con saber que eres un ser valioso y que vas a desarrollarte con todos los recursos a tu alcance para poder ser tu mejor versión. Depende más de tu interior.

Lo que suele pasar es que el reconocimiento genuino se lo suelen llevar los segundos, aunque no siempre de forma pública.

¿Por qué con ciertos arquitectos no siento ningún tipo de admiración aunque hayan sido reconocidos nacional e internacionalmente? ¿realmente evolucionan como personas en su trabajo o sólo les importa mantenerse en la escala del éxito a toda costa?

¿Y por qué con otros apenas conocidos y poco o nada premiados siento una conexión y una cercanía que me hace admirarlos tanto? ¿por qué con unos sí y con otros no?

¿Admiración y reconocimiento pueden ir separados?
Alguien puede ser admirado pero nunca recibir reconocimiento y viceversa, recibir mucho de éste en ausencia de admiración por la persona en sí.

Dalí, por ejemplo, figura importantísima del movimiento surrealista fue admirado por muchos, pero le faltó ser reconocido por su propio padre que lo desheredó, y sufrió desprecios de personas importantes dentro del surrealismo que lo expulsaron de determinados círculos intelectuales.
Dalí me inspira porque fue un ser que siguió siempre su visión asumiendo las consecuencias de ser fiel a sí mismo. Creció como artista y consiguió una enorme popularidad como personaje público. La lealtad a sí mismo le proporcionó notoriedad. Aunque muchos no lo crean así, puesto que también fue un provocador.

No traicionarse es de lo que hablo en este post y para ello se necesita desembarazarte de todo lo que te han dicho, desaprenderlo, "liberarse de" para llegar a una "libertad para".

Si tengo que enlazar estos dos conceptos con el proceso de una obra creativa diría que el reconocimiento está ligado más al resultado, cuando algo te sale bien, funciona y te reconocen por ello.
La admiración conecta con el proceso, un viaje en el que te descubres a ti mismo y sientes de lo que eres capaz.

¿Qué pasa si el esfuerzo de una meta ha sido importante pero el resultado no tanto?
¿Cómo te sientes cuando algo no te ha supuesto esfuerzo pero el resultado ha sido espectacular?

¿Qué te satisface más? ¿El aplauso del exterior o la persona en la que te has convertido recorriendo el camino para conseguir tu objetivo? ¿Quieres destacar o crecer?

Uno te ata, el otro te libera.

Mi propósito este año será descubrir que quiero crear, qué me da verdadera satisfacción, alegría, qué quiero que sea lo que me defina.

Quiero ser como las noctilucas, emitir luz desde mí misma aunque fuera esté oscuro.

¿Tú que quieres ser?

¡¡Feliz 2015!!

sábado, 6 de diciembre de 2014

¿MOSTRAR O ESCONDER?



¡Hola a todos!
Hoy voy a hablar de la vulnerabilidad.

Podría buscar la palabra en el diccionario y aburriros con su definición exacta, pero lo que haré será deciros lo que significa para mí.

De todo lo que he aprendido estos últimos años sobre temas humanistas y de autoconocimiento entre otros, me llamó la atención una teoría que clasifica a las personas en 3 tipos:

-los que primero hacen.
-los que primero piensan.
-y los que primero sienten.

Dada mi infinita curiosidad inmediatamente pensé: ¿qué seré yo?

Y me sorprendí a mí misma cuando creí que actuaba de una determinada manera y al observarme detenidamente me di cuenta de que actuaba de otra. Es lo que tiene el ser un poco despistada. No es fácil escucharse y entenderse.

Esta teoría dice más o menos lo siguiente:

-Si perteneces al 1º grupo, actúas en primer lugar para después pensar y luego sentir. Y lógicamente te atreves más, no obstante puedes cometer más errores, lo que implica un mayor aprendizaje y experiencia.

-El 2º grupo es más cerebral, no tan instintivo, piensan primero, luego sienten y finalmente evalúan la situación y actúan. La conclusión viene al final, todo lo contrario al primer grupo. Son más prudentes que impulsivos, necesitan asegurarse más con lo que suelen ser más eficaces.

-El 3º grupo se conecta con el mundo a través del sentir, a continuación actúan en base a sus emociones y sentimientos y por último piensan. Son los que mayor atención buscan, son menos independientes y más colaborativos que los anteriores y les gusta expresar lo que sienten antes que lo que deben, con lo que resultan más agradables para su entorno.

Toda esta información que vino a mí en un momento dado, me ayudó enormemente a comprenderme mejor y dada mi tendencia deconstructivista la desmonté, la cuestioné y la filtré después según mi punto de vista.

¿Por qué os cuento todo ésto?
 Pues porque cada persona es un conglomerado de habilidades, virtudes, defectos, inseguridades, certezas, creencias,... que la hace única.

Al igual que un edificio o una construcción.

Hemos de desgranarlo y analizarlo para saber verlo y entenderlo bien, sin cometer errores de observación, sin prejuzgarlo antes de tiempo y sin quedarnos en simplificaciones.

Cada edificio/persona muestra en una primera mirada ciertas características; en una segunda mirada otras más y en una tercera y más profunda su esencia completa.

Ahí es cuando de verdad la conoces, y para ello necesitas mirar muchas veces y hacerlo correctamente. Y por supuesto tiempo, porque no es nada fácil y el proceso está lleno de trampas.

-Si actúas, sientes y piensas, tu impulsividad te impide pensar bien.
-Si piensas, sientes y actúas, tu racionalidad te impide pasar a la acción rápidamente.
-Si sientes, actúas y piensas, tu emocionalidad te impide pensar bien.

En los tres casos, hay una virtud y un defecto. Un punto fuerte y uno débil. Una vulnerabilidad y una fortaleza.

Hay incluso hasta ejemplos de personajes categorizados en estas tres tendencias y es curioso estudiarlos para poder comprender mejor su personalidad.

Evidentemente, todo esto son teorías y habrá veces que sigamos las tres tendencias sin identificarnos completamente con ninguna, sin embargo, no está mal averiguar cúal es la dominante en uno mismo.

Cuando decimos que algo o alguien es vulnerable ¿de qué hablamos? 
Hablamos de algo que nos afecta, que nos penetra, nos rendimos a ello sin decidirlo objetivamente con la cabeza. Es algo a lo que no nos podemos resistir.
"Soy vulnerable a la belleza", "Soy vulnerable al alcohol", "Soy vulnerable a las críticas".
¿Se entienden los ejemplos?

Con ésto quiero decir que hay varias maneras de abordar un edificio de arquitectura; dando por supuesto un formación del profesional en cuestión, la actitud con la que encaras un proyecto puede ser absolutamente diferente de la de tus compañeros.

¿Por qué hay opiniones tan dispares en cuanto a qué es buena o mala arquitectura? Yo todavía no sé la respuesta y sigo intentando resolver la pregunta.

Hay actitudes tan dispares entorno a ello...

¿En qué casos se debe revestir un material y en qué casos se debe mostrar desnudo en su forma original? ¿de qué nos escondemos y qué mostramos al hacerlo?

¿Cuando apostar por el horizonte, la línea horizontal, lo infinito y cuando decidirnos por la verticalidad, la altura, el monumento? ¿qué estamos escondiendo o pretendiendo mostrar con una u otra decisión?

¿En qué casos hay que minimizar el impacto de una construcción en el paisaje y en cuales hay que destacarse?

Dejando de lado criterios y parámetros arquitectónicos que se estudian y que nos ayudan para tomar una u otra dirección antes de una construcción, yo os pregunto:

¿Creéis que nuestras vulnerabilidades influyen en nuestras decisiones?
¿Os dais cuenta de que las tenéis?

miércoles, 29 de octubre de 2014

¿ARGUMENTO O CORAZONADA?




 Hola corazones, nunca mejor dicho jejeje,... os acabo de dar una pista de mi opinión  acerca de este tema un poco polémico.

 Me explico; ambos son importantes pero queramos reconocerlo o no, cada uno de  nosotros tiende más hacia la intuición o hacia la racionalidad.

 Voy a hablar de arquitectura pero como siempre, lo que escribo también aplica a la vida, 
 sé que lo sabeis de sobra,...

 Yo me considero chica irracional pero liberad la mente de prejuicios por favor, con eso no  quiero decir que pase de argumentar, de razonar ni de ser lógica cuando tengo que serlo  ¡ojo!, pero soy más de sentir si algo está bien o no, de sentir si algo me gusta o no sin dar  razones, de seguir mis instintos y no tanto el sentido común, en idioma cursi, seguir a mi  alma,...

 Supongo que lo lúcido es aplicar la intuición o la razón según convenga sin agarrarnos a  una de ellas en todas las situaciones. En definitiva, saber discernir y ser flexibles.

 Con el proyecto final de carrera me pasó un poco ésto,... empecé a imaginarlo a través de  fotografías, leyendo poesía, escuchando a algún arquitecto que admiraba o a algún  personaje que valorara la belleza en todas sus vertientes independientemente de su  profesión.

 Empecé con una corazonada, una intuición, una estela que me empeñé en seguir, y luego  fui aplicando la lógica, técnicas, recursos y todo lo que tenía a mi alcance para materializar  aquello que quería representar.

 Pero no siempre actué de este modo, no.

 Realmente creo que no me escuchaba y quería ser tan racional, objetiva y políticamente  correcta como algunos de mis profesores: pero no les emocionaba cuando les enseñaba  mi proyecto y tampoco me emocionaba yo. ¿Qué pasaba?
  
 Yo cumplía la normativa, analizaba el entorno donde se iba a implantar mi edificio, tomaba  medidas, calculaba el soleamiento, estudiaba referencias de otras obras, leía acerca de la  tipología edificatoria, tomaba fotos de la parcela,... Y salía algo "correcto" sin más.

 No sabía desmelenarme, porque me daba miedo ser,... ridícula, no ser adecuada. Yo que  sé, miedo a ser yo.

 Reconozco que han habido pocos profesores que me hayan inspirado, quizá puede que yo  tampoco les haya inspirado a ellos.

 Hasta que llegó mi último proyecto, ahí partí de la emoción, fue mi punto de partida y me  salió bien, a la primera corrección convencí a mi tutor a pesar del temor que me entraba  cada vez que tenía que hablar.

 Me siento mucho más libre escribiendo, expresándome de otras maneras distintas al  lenguaje hablado.

 Él dijo una frase que recordaré siempre: Hay proyectos que tienen alma y otros que no.

 ¿Y de qué depende eso? Yo creo que del entusiasmo, cuando algo de verdad te gusta, te  gustas y lo irradias al otro,... y llega. Has de ser sincero, no fingir, no obligarte a nada que  no sientas o creas a pesar de lo que digan los profesores u otros arquitectos, cuestionarlo  todo y encontrar tu "MANERA DE HACER".

 Yo lo he conseguido pero fracasando muchísimas veces, equivocándome.

 Mi proyecto final me enseñó que la arquitectura es como un traje, te tienes que poner el de  tu talla, el que te haga sentir cómoda porque si no, aprieta, duele y te pone cara de malas  pulgas.

 Fue un museo de moda ¡¡no podía haber sido mejor!! jajajaja,...

 No puedes serte desleal.

Y aquí os dejo con 3 frases que refieren al mundo emocional, arquitectónico y artístico.

 "Los argumentos te pueden llevar a un determinado punto, pero más allá de éste, son  necesarias las corazonadas" (Místico indio Osho).

"La arquitectura se nutre de cosas ajenas... " (Arquitectos Ayala).

"El común denominador el cual el artista debe dirigir su expresión es lo sensual" (Rothko).

 Yo ya encontré mi lugar, soy más de corazonadas y lo digo alto y claro,.. 
¿Y tú de qué eres?

sábado, 4 de octubre de 2014

¿FIRMEZA O FLEXIBILIDAD?



¿Qué pasa cuando alguien coarta tu libertad? ¿Cómo te sientes?¿Acatas y bajas la cabeza o dices: ¡eeyy!?


No todas las situaciones son iguales ni requieren siempre un mismo grado de rebeldía o de obediencia. Es bastante complicado reducirlo todo a estas dos palabras; de hecho, no se puede. Hay diferentes grados y el punto medio se llama negociación.

Pero en general, todos actuamos siguiendo más una pauta que otra,…si te sale de forma natural ceder ante otro o agarrarte a tu opinión.
¿Qué cualidad crees que es la predominante en ti?

Está bien ser dócil, manso,… pero la moneda tiene dos caras,… a veces puedes caer en la manipulación o en la inseguridad,… 

También es posible que surja en ti una irreverencia, un atrevimiento con ciertas situaciones y te niegues a seguir patrones que no van contigo pero que se siguen, por eso son patrones. Y ahí eres sumamente obstinado.

¿Qué tiene de bueno cada cualidad? ¿Qué te está diciendo cada una de ellas?

A veces nos juzgamos y decimos:
No tendría que haber dicho/hecho ésto o aquéllo.
Y uno mismo puede ser su mayor juez o su mejor amigo. Hay personas a las que les es más fácil ser amigables con ellas mismas y otras que se juzgan con dureza. 

No puedo evitar relacionar todo esto con la acción de crear.

A veces, te empeñas en hacer algo, y te encabezonas tanto que quieres que todo encaje,… pero ¡no encaja! Y tú,… sigues sin ver por qué.
- ¿Qué no lo ves? Te dice alguien.
- No, no lo veo.
- ¿No te das cuenta de que esto no cuadra nada con lo que hay?
Y cuando te explica los motivos dices:
- ¡Aahh! Pues es cierto,… 

¡Uf! ¡Qué momento de lucidez! ¡Es maravilloso!
Cuando por fin ves la luz,…

Es tan enriquecedor compartir diferentes puntos de vista y que otros vean lo que tú no ves y que arrojen luz en tu asunto y en otro momento arrojar tú luz en los asuntos de ellos. 
¡Eso me encanta! 

Otras veces, te arriesgas poco y te sientes cómodo ahí, pero alguien lo ve y te hace una simple pregunta peleona de esas que desbaratan:
- ¿Y esto por qué lo has hecho así y no de esta otra forma?
- Eehh,… pues no me lo había planteado. Gracias por tu opinión.

Eso es docilidad, apertura, receptividad… Y con esa actitud creces.

Otras veces tienes las cosas muy muy claras respecto algo y para ti es así,… rechazas los consejos y las sugerencias, no te es difícil mantenerte firme, terco incluso. Y además estás seguro 100% de que funcionará. ¿Te ha pasado alguna vez?

Si lo miras bien, esa testarudez te está diciendo que quieres entender por ti mismo, experimentar por ti mismo, cuestionar las cosas dadas para probarlas y decidir en base a tus valores, preferencias o intenciones.

Eso es rebeldía, valentía, fidelidad a uno mismo. Y con esa actitud creces.

Yo siempre me hago una pregunta cuando mi rebeldía natural asoma por la puerta:
¿Me siento achatada y reacciono o realmente lo tengo claro y elijo decir no?
Porque es diferente observar y responder que reaccionar.

Cuando estoy en un estado de complacencia, me vuelvo a preguntar:
¿Me acomodo a las circunstancias o realmente me siento libre de hacer lo que elijo hacer en este momento? 

En ambos casos, opino que se crece,… equivocándote, rebelándote, confiando, desconfiando, cuestionando, entendiendo, aceptando, recibiendo,...

En la escuela cuando corregíamos los proyectos, teníamos que ser capaces de defenderlos a capa y espada y expresar nuestras ideas con convicción pero a la vez ser también ser permeables o receptivos a las explicaciones de nuestro tutor que pretendía sacar más jugo al proyecto. 

Yo casi siempre me posicionaba en uno de los dos extremos, me costaba encontrar el punto medio.

Si creas,… cualquier cosa vale,… es probable que descubras muchas cosas de ti mismo,… como me ha pasado a mí,... 

¿qué haces que no empiezas?

martes, 2 de septiembre de 2014

¿CARA A O CARA B?


     Foto: Manos pintadas por Picasso (1935)

"Quien sabe solo de arquitectura, no sabe nada de arquitectura" ; no sé a quien pertenece esta frase pero desde que la leí me intrigó, no lograba entenderla profundamente.

¿Cómo es posible que no sepas nada de arquitectura cuando constantemente estás aprendiendo sobre ella?

Cuando empecé a aprender esta disciplina y con el carácter obsesivo y entregado que tengo me dediqué en pleno a leer fuera de las clases todo lo que podía relacionado con la arquitectura. Poco a poco me fui olvidando de mi tiempo libre y todo se focalizó en un punto. Gran error, aunque entonces no lo sabía.

Devoraba libros, a pesar de no estar a la altura de algunos, pretendía realizar unos bocetos perfectos, dibujos que exploraban poco sino que mas bien querían imitar a los de los grandes maestros que veía en sus biografías. Las conversaciones eran siempre sobre arquitectura con compañeros de mi condición. 

Y ahora con el tiempo me doy cuenta de que ésa no era la mejor manera de aprender, o quizás era la manera del principiante, no lo sé, demasiado rígida pero necesaria para empezar en algo tan complejo. Quizás era eso. Una etapa natural que había que pasar.

A lo largo del tiempo, mi visión afortunadamente fue cambiando, madurando, volviéndose más flexible, iba descubriendo que arquitectura puede ser TODO, que todo está impregnado de ella.

Una gran dama que en realidad, está en todas partes.

Es una forma de mirar que te permite crear cosas y construirlas dado el caso para conseguir objetivos que funcionen.

Es tan abstracto el concepto que puede abarcar muchísimas cosas. 

La moda puede ser arquitectura cuyo resultado es un traje, también la danza con su correspondiente coreografía, las técnicas deportivas que desembocan en un resultado tangible, la tecnología y sus avances, el cuerpo humano con todos sus sistemas trabajando en perfecta armonía, la estética que da lugar a un maquillaje o a un nuevo peinado, las relaciones personales, las familiares, las afectivas y hasta las eróticas,... incluso un guión para lograr llevar a cabo una película, o una novela,... la concepción de un hijo, la gastronomía que nos regala el placer de lo sensorial, cualquier rama artística (escultura, pintura, dibujo,...), la fotografía que captura momentos, la jardinería, el diseño de ciudades, el funcionamiento de la mente y los comportamientos humanos,... 

Todo tiene un sistema de funcionamiento, unas reglas, pero a la vez existe un margen de creación individual que aporta la propia persona ya que todos tenemos una huella dactilar diferente y por tanto, dejamos, (queramos o no), nuestro sello en lo que hacemos, nosotros decidimos como utilizar esos conocimientos.

Visto desde esta óptica es mucho más interesante ¿no?
Porque las cosas encajonadas no pueden disfrutar de lo inabarcable si las mantienes encerradas. Es obvio. Pero como me costó comprenderlo e integrarlo.

Todo puede ser susceptible de convertirse en una idea que te lleve a crear un proyecto, te puede suceder escuchando una canción, en una simple conversación, en una situación cotidiana, en un sueño, en un libro,... es cuestión de estar super atento, ponerle creatividad y luego actuar.

Ahora sé que tenemos mucho campo de acción, que la arquitectura es multidisciplinar, eso es lo bonito y que hay espacio para todos. 

Lo que creamos habla de nosotros ¡siempre!

Y como somos seres emocionales y no racionales (por mucho que se empeñen algunos) podemos construir o destruir, a veces de forma intencionada y otras tantas de forma inconsciente, dominados por nuestro inframundo particular.

Si lo hacemos en positivo, construimos, si es en negativo, destruimos. 
Asi que, ¿qué elegimos?

¿Malas o buenas relaciones? ¿Violencia o armonía?
¿Buena apariencia o dejadez? ¿Limpieza o suciedad?
¿Paz o rencor? ¿Flores o maleza?
¿Aceptación o crítica? ¿Alegría o malhumor?

Los arquitectos tenemos 2 partes en nuestro interior, simplificando, podemos construir edificios y/o derribarlos.

Sospecho que cualquier profesión que desempeñemos en la vida siempre va a tener 2 caras.
Una vez un señor X me habló de ecuaciones que nadie quiere ver pero que lo son porque tienen la misma energía.
Los bomberos son en realidad pirómanos, los cirujanos asesinos, los banqueros ladrones, los fotógrafos voyeaurs y los psiquiatras neuróticos. Me hizo pensar y me pregunté que sería un arquitecto en su versión degradada.

Gracias a mi coach, pude identificar mi parte más irracional y destructora, y al aceptarla dejó de sabotearme. 

Es mi cara oscura, mi cara B. Y no hay que asustarse porque todos la tenemos; es mejor que sepamos que está ahí y que también somos eso. No darle mucha importancia y nunca pelearnos con ella porque nos ganará.

¡Te quiero cara B!

jueves, 21 de agosto de 2014

¿RUBIK O AJEDREZ?



Hoy voy a hablaros del cubo de Rubik ¿lo conocéis?

La mayoría de nosotros hemos jugado con él de pequeños o de adultos, ya que es un juego de estrategia apto para todos los públicos y durante años ha sido uno de los juegos más vendidos y populares.

Yo también tuve este rompecabezas tridimensional que además fue inventado por un arquitecto húngaro en los años 70. Y lo cierto, es que estaba horas entretenida con él.
Siempre he disfrutado de los juegos mentales donde has de utilizar la lógica y tu capacidad de análisis para ganar la partida, como el ajedrez y este cubo mecánico de 6 caras, cada una de 6 colores distintos.

Ambos necesitan observación, cálculo mental y acción.
Y según los movimientos que uno haga, pasarán ciertas cosas y se logrará el resultado en más o menos tiempo. 
Representan un desafío y a la vez son divertidos.

El objetivo del cubo es conseguir ordenar sus 6 caras por colores de forma que se hagan los mínimos movimientos posibles. 

En el ajedrez necesitas llegar al extremo opuesto del tablero con cualquier pieza de la forma más rápida posible.

Son 2 juguetes donde la matemática es importante y obligan a retar la inteligencia del que se atreve con ellos.

El cubo de Rubik tiene 6 colores que podrían representar 6 parcelas importantes para los seres humanos. A medida que avanzamos en la vida, tenemos que equilibrar los colores para colocarlos juntos (no mezclados) en su correspondiente cara y para ello tendremos que moverlos a la vez para conseguirlo.

Estas 6 parcelas podrían ser: Familia - Amistades - Pareja - Salud - Trabajo - Ocio

Cuando están compensadas sucede que nuestra vida tiene equilibrio y nos sentimos plenos.

Hemos de tener en cuenta todos los colores e irlos ordenando simultáneamente porque de lo contrario, nos encontraremos con una cara-color completo (ejemplo: el verde) y las demás caras con los colores completamente mezclados (ejemplo: verde con rojo, con azul y amarillo).

¿Qué significa ésto? 

Pues que hemos descuidado la salud por invertir demasiado tiempo y energía en el trabajo -por ejemplo; o que tenemos buena salud y una pareja que nos quiere pero que hemos dejado de lado nuestras amistades y nuestra familia -por poner otro ejemplo.

Las combinaciones son múltiples, pero ninguna de ellas satisfactoria.

Es algo así como conseguir armonía en cada una de las partes para que la balanza de nuestra vida no sea demasiado inestable. ¿No es maravilloso?

Pensé en este paralelismo gracias a una agradable velada con amigos, en la que se habló de metáforas, de filosofía y del famoso cubo. Uno de ellos me inspiró esta entrada, 
¡gracias por tu elocuencia R!

En un proyecto de arquitectura pasa algo parecido, en el proyecto final de carrera sobre todo ya tienes que ser capaz de aunar todos los elementos que intervienen en un edificio para que funcione de manera correcta y por supuesto, aporte valor, ya sea por su estética, su facultad de generar un espacio agradable y/o interesante, de reunir gente a su alrededor, de generar ciudad,...

Instalaciones, estructura, construcción, geometría, belleza, gasto energético, presupuesto, diseño, forma, luz, proporción, dimensión,...

Varias caras que tienes que cuadrar para que el proyecto te diga: ¡estoy listo!

El ajedrez es otro juego apasionante y curioso que se puede extrapolar también a la vida humana. A mi modo de ver, es un juego muy democrático.

Cada pieza tiene un valor y en función del mismo, se le permite un movimiento u otro o varios de ellos al tiempo. 
La pieza que tenga más libertad de movimiento evidentemente es la más valiosa y la que tiene más probabilidad de ganar la partida al contrincante.
Pero ¡ojo! 
Hay ocasiones en que la pieza más básica (el peón) puede ganar el juego, la pieza de menos recursos,... asi que amigos, lo importante es jugar bien nuestras cartas, aprovechar nuestro potencial, sea el que sea, da igual la posición que puedas tener, el entorno donde hayas nacido, la riqueza material que obtengas, tu status, tu libertad de acción,... al final la vida te sorprende y sobrevives inexplicablemente a todos los rivales -aparentemente- más fuertes. 

Y obviamente gracias a la actitud que adoptas, sabiendo de tu condición pero no dejándote intimidar ¡por nadie ni por nada!
Da igual si eres pieza negra o pieza blanca, cualquiera de ellas puede ganar y ninguna es superior ni inferior a la otra.

¿Está entendido? ¿No es una lección genial?

Al proyectar en la facultad yo solía compararme con otros compañeros y a menudo a la baja y sin ser muy consciente, yo misma me decía que no estaba a la altura de ellos. ¡Mentira!

Gracias a estos juegos, a mi capacidad de reflexión sobre todo lo que me rodea, a mis experiencias, y a mi sed insaciable de autoconocimiento, voy desaprendiendo ideas absurdas e inútiles.

Desaprender para aprender, y aprender bien. Estoy orgullosa de la persona en la que me estoy convirtiendo.

Cuando querais quedamos para echar una partida al ajedrez o retarnos al Rubik,  por mi parte ¡¡será todo un placer!! 

jueves, 3 de julio de 2014

¿RISA O SONRISA?



¡Qué gozada cuando puedes reírte de forma impetuosa!

Reirte pero de verdad, no esa media sonrisilla o esa mueca ladeada, no no,… una risa espontánea que cuando sale se olvida de formalidades, de entornos inadecuados o de protocolos. Ella es así, completamente indisciplinada.

Puede pasarte en situaciones de lo más variopintas y cuando menos lo esperas. 

Cuando estás en clase y tienes que escuchar al profesor, cuando estás en una ceremonia y hay ciertas normas a cumplir, cuando te encuentras en una situación delicada que requiere de seriedad, cuando estás en un entorno lleno de silencio,…

Al reírte con las entrañas, te sobreviene una sensación de relax y te invaden las emociones positivas, no hay remedio mejor para que salgan a la superfície.

Puedes fingir todo lo que quieras pero cuando te sale una risotada, sabes que algo se ha distendido en ti y comienzas a ser más tú.

¿Qué situaciones propician en ti la risa? es muy importante que estemos atentos a ellas porque ahí es donde nosotros nos divertimos, y si podemos enlazarlas con nuestra profesión, muchísimo mejor.

Puede ser una tarde con los amigos, degustar tu comida y bebida favorita, adoptar una actitud irónica, contar chistes, estar con niños, bailar, escuchar tu música preferida, los deportes de riesgo, motivar a los demás,…

Y siempre siempre, vas a experimentar una sensación de agradecimiento cuando surgen las carcajadas. Lo que sea que te las haya provocado, vas a recordarlo el resto de tus días sí o sí.

La risa une.

En el ámbito laboral o al hacer un trabajo intenso o que requiere de un esfuerzo intelectual y mucha responsabilidad, muchas veces nos ponemos sesudos y nos tensamos.

Me he encontrado con personas que combinaban a la perfección una meticulosidad propia de nuestra profesión con un sentido del humor impresionante y así, la tarea que llevaban entre manos se les hacía más liviana.

Admiro esa capacidad.

Tengo una amiga que es muy seria y concienzuda y cuando me cuenta algo que le ha pasado en su trabajo y que le inquieta sin poder remediarlo lo tiñe de dramatismo y mucho énfasis y cuando eso pasa llega un momento en que las dos nos echamos a reír y somos capaces de burlarnos de nuestras pequeñas idiosincrasias que por estar tan inmersas en nuestras preocupaciones no captamos y nos dejamos vencer por el agobio, que siempre está al acecho si no le paras los pies .

Por eso, es más necesario el sentido del humor a medida que se complica una tarea o te resulta excesivamente ardua.

Hay personas que tienen el muelle de la risa más suelto que otras pero seguro que cada uno/a tiene momentos donde las carcajadas toman el control.

También hay situaciones en las que te sientes ridículo, puede ser desde una caída a una actitud donde no has estado a la altura de la situación,…
Y esas son mis preferidas, las detesto pero a la vez me encantan porque te hacen ver que es buenísimo saber relativizar y ensanchan tu capacidad de tomarte menos en serio a ti mismo. 

Muchas veces te das cuenta de que lo que para ti es muy importante no tiene tanta importancia para los demás y viceversa.

Cada vez valoro más a esas personas que te alegran al día pero que a la vez son capaces de trabajar de forma impecable cuando lo requiere la situación demostrándote que el tópico de la seriedad en el trabajo es solo eso, un tópico.

Si observas a los niños, ves como utilizan el humor casi sin ser conscientes de ello. 
Ellos ven a "Superman" y se preguntan cómo puede ser capaz de volar; ellos no pueden pero,… inmediatamente se ponen manos a la obra,… han observado que ese hombre tiene una capa y que al volar coloca las manos extendidas hacia delante,… pues ellos hacen lo mismo y ¡¡se inventan que vuelan!!

Tú los ves y piensas: me encanta como haces que vuelas de mentira,…ja ja ja, ¡qué tiernos!

Qué importante la actitud que tomas ante esos momentos que te desestabilizan, ríete de lo absurdo, de esos momentos cómicos que te suceden porque son los que te dan calidad de vida y salud.

La risa,… esa compañera anárquica… me gusta cuando aparece en mi vida...